¡Inquisidor, el pecado está en tus ojos Y la sangre en tus manos!. Salvaje, salvaje sin manto y sin ropaje, Te abriga la noche, la niebla es tu traje; Caminas huyendo de la mirada Por miedo a perder tu alma sagrada. Con tortura y sin reposo conquistaron; Los ojos del pecado a la aldea atravesaron, Los cuerpos se vistieron con harapos extranjeros Y a la libertad desnuda nunca más volvieron. ¡Inquisidor, el pecado está en tus ojos Y la sangre en tus manos!. Inquisidor, Has silenciado sus voces, Destruido sus ritos, Saqueado sus riquezas, Profanado sus templos, Violado sus costumbres, Deshecho su esencia. Inquisidor, ¿Quién es entonces el salvaje? Inquisidor, la maldición recae sobre ti; Su sangre inocente ensucia tus manos.