El día de los candombes El domingo había de ser, Se bailaba en el "recinto" Mi ciudad bella de ayer. La fiesta se prolongaba Hasta la puesta del sol, Bailando todos los negros Del tamboril a su son. Calunga... Caluncangué... Decían en su cantar, Sensuales sus movimientos Enervantes sin igual. Calunga... Caluncangué... Y siga el son del tán-tán, La negrada enloquecía Con el candombe oriental. Los amos y las amitas Presenciaban la reunión, La fiesta de sus esclavos De notable animación. Morenos y morenitas En su sensual viborear, Mostraban sus blancos dientes Como las perlas del mar.