No me digan que es muy tarde, que apremia la sustancia, que el rol de la materia es la razón de mi nostalgia. Hay una bestia colectiva encadenada y es la corteja del verdugo la palabra. Es la utopia, la esperanza del tecato, la jeringuilla en la pastilla en el retrato. Aquí en el medio del Caribe esta mi Antilla, la más pequeña, la mayor entre las chicas. Todas la miran con envidia y con despecho porque lidean mi nación tiene su precio, por serle fiel a la pereza y la ignorancia, por darle culto a la metrópolis gusana, esta en el medio de las Indias y Occidente, está en el medio en la mirilla del teniente. Esta nutrida por burócratas pancistas y burgueses, domadores, pacifistas. Valero dio su valeroso patriotismo en ultramar a los del sur y a los del istmo. Le dio lo mismo los vecinos generales y nos dejaron en el medio del combate. Hostos apóstol de la ley del hemisferio, cruzo montañas hasta la Tierra de Fuego. Betances hombre de escopeta y de palabra. Murió de viejo por una ciudad lejana. Lola moría con un pájaro en las alas. Cayó su patria pero nadie dijo nada. Mataron uno por uno cada aliado. Compraron otros con cupones y zapatos. Dieron le un bote con pesetas al mendigo. Dieron un carro y un chofer al enemigo a los que juran por la patria del cinismo y latigazos por eso del masoquismo. La ONU dijo que don Pedro estaba loco para prestarnos sus llaves del Capitolio, los no alineados, productores de petróleo del tercer mundo se cagaron en nosotros. Dieron por muerto el movimiento de la patria, sepultureros del planeta unir sus almas, que hay una bestia colectiva sin cabeza, sin dirección, sin visión y sin conciencia. Hoy quiere un mártir que la confusión entierra. Un Filiberto en cada esquina de mi tierra. Una explosión es la pasión del que no calla, el día mismo en que les dimos la batalla. En plena fiesta del orgullo y la esperanza. Nos recordaron con el fuego de metralla. Que somos presas del silencio que nos toca. Que somos presas del imperio y de sus chotas. Un tapaboca le daremos, Machetero, al hablador, al lambe ojo, al embustero. Ese que espera que le traigan desde afuera algún país de otra galaxia, de otro planeta, algún estado que le agoste como Texas, algún Hawái, alguna Alaska de la feca. Un manganzón, un abusador que los proteja, un Napoleón, un Jefferson de la puñeta. ¡No me digan que es muy tarde! ¡Despierta borincano! ¡Volátil y explosivo!