Se apoyaron en mi quicio y coroné Sus cabezas con tormentas, Y para trapos quedaron las colchas Después de perder la cosecha, Y me duelen, y les duelo Cuando afilo el vidrio que rasga su vientre, Se avergüenza el deshollinador De dejar el camastro rusiente, Tan rusiente, Si me confieso inocente volverán A lacerarme el costado, Germinarán azabaches ladrillos, Edificarán el Calvario, Se desvisten las rameras De mantillas rojas y cauces serenos, Y barrunta el estómago que Volverán los erizos hambrientos, Juntos hicimos con cuchillos ese hogar Que se otoñaba con hogazas cada vez Que la desdicha lo embestía para entrar A revolver, Se desteñirán la rabia y el pelaje, Se agrietarán en los estíos Y, harto de bregar soltando correajes, Dormitaré entre el gentío, Cociné mis migrañas Con los hornos a todo gas, Y nos dimos un festín de intestinos, Regamos la grama, quisimos vagar.