Hijo mío, vamos río abajo por la existencia. Nuestras vidas tendrán que separarse y nuestro amor se perderá. Quiero darte algo... ¿Qué te daría yo? ¡Ay, por qué seré tan tonto que intente comprar tu corazón con regalos! Tu vida empieza, es largo tu camino. De un sorbo apuras el amor que te damos y te vuelves a ir corriendo del lado nuestro. Tienes tus amigos y tus juegos, y es natural que se te pase el tiempo sin pensar en nosotros. Nuestra vejez en cambio ¡es tan ociosa! ¡Nos sobran tantas horas para contar los días que pasarán y acariciar en nuestro corazón lo que nuestras manos perdieron para siempre! El río rompe alegremente todos los diques y se va cantando. La montaña se queda, y lo recuerda, y lo sigue con amor.