Senhora del mundo Princesa de vida, Seáis de tal hijo En buena hora parida. Aquel soberano, Supremo Señor, Por suma bondad Vencido de amor, De vos toma el traje De manso pastor, Porque de El no huya La oveja perdida. Del huerto cerrado De vuestras entrañas, Aquel hazedor De santas hazañas Salió disfraçado Con ropas extrañas Del ser que a los santos Da gloria cumplida Por vos, virgen santa, Podemos dezir Que el hombre comiença De nuevo a vivir, Que antes su vida Fue siempre morir Con grandes sospiros Por ver nueva vida. Trocamos por vos Pesar en plazer, Y siempre ganar Y nunca perder; Pobreza en riqueza, Ignorancia en saber La hambre en hartura, La muerte en la vida.