Mírame, Quema el silencio y destila sobre la piel Tragos amargos para ser mi dueño; Ponme cadenas, domina mi cuerpo, Tu tienes tanto calor... Átame, mientras me miras, Rómpeme, abre la herida; Fóllame frente al espejo, Que ahora la vida sólo me da miedo... Respira la pena que envejece y llora sus retinas, El miedo que no se adormece, La sangre que desborda y arde en las heridas. Se olvida, el corazón entre paredes de cemento, Mientras condensa el amor, Mientras otros disfrutan de su cuerpo. Tranquila sólo serán unas horas, Sólo es tu cuerpo lo que necesito, Perdón por no ser el padre que añoras, Es el demonio que viene conmigo. Se desespera la vida, Y el engranaje perfecto se oxida, Aquí no queda silencio, No habrá caminos, no habrá recovecos.