El cielo y el infierno de tu voz
Me están rompiendo la cabeza.
Me dicen que se ha muerto todo amor
En aquel rojo atardecer.
Y queda sólo un tango y la vereda,
Testigos de su amor y su querer.
En vano uno pretende no cantar
El compás rojo de su herida,
En vano uno pretende no bailar
El compás rojo de sus penas.
El tango siempre llega en despedida
Al odio de tu ausencia sin adioses,
Y canta nuestra pena chiquitita,
Nuestros sueños sin adioses
En la esquina de los dioses.
Es rojo como el fiel de la traición,
Es rojo como el filo del puñal,
Humilde como el alma del carbón.
Lo que nos queda cuando ya es tarde,
Cuando ya es tarde cuando diste el corazón,
Y quedan aquel rojo atardecer
El cielo y el infierno de su voz,
Tu voz.
Tu voz, la roja sombra que perdí,
Su voz, el corazón que siempre di,
El viejo corazón, el rojo corazón,
El mismo corazón que siempre rojo
Tango rojo, rojotango.
El tango siempre llega en despedida
Al odio de tu ausencia sin adioses,
Y canta nuestra pena chiquitita,
Nuestros sueños sin adioses
En la esquina de los dioses.
Es rojo como el fiel de la traición,
Es rojo como el filo del puñal,
Humilde como el alma del carbón.
Lo que nos queda cuando ya es tarde,
Cuando ya es tarde cuando diste el corazón,
Y quedan aquel rojo atardecer
El fuego y el incendio de su voz,
Tu voz.
Tu voz, la roja sombra que perdí,
Su voz, el corazón que siempre di,
El viejo corazón, el rojo corazón,
El mismo corazón que siempre rojo
Tango rojo, rojotango.
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