Cada vez que me encendí, fue para parpadear. Pero en el ritmo de la luz, la sombra deja ver un destello que temí, que puedan ver, y me haga ser feliz. Y ya no quede más que hacer aquí. Ya no sufrir por mi doble moral. Pienso que quizás debiera aparentar, Una posición más firme que la actual, que encuentre aprobación. En este esfuerzo sin razón, tratar de conseguir, Lo que nunca pretendí. Para después, confuso y agotado no saber qué pensar. Ya no distinguir, criterio de afán. Prestarle tanto tiempo, ingenio y aplicación, A ser atractivo y tan suspicaz, Que ya no pueda soportar a nadie por más de cinco minutos. Y hablar de más. Querer a todo el mundo cuando éstos no están. Vivir atrasado, sin reaccionar. Con miedo a los fantasmas que me miran de atrás, Y me esconden las cosas. Podría aventurar que quise mejorar. Sí, llegué a una conclusión, aunque sea parcial. Ni la autoayuda ni el diván pudieron detener El constante parpadear, que me hace a mí, distinto de recién. Para lo cual tendría que encontrar, Dentro de mí, el foco que perdí. Espero que me vuelva a iluminar por fin.