Me obligaste a quererte Porque no comprendiste Que había de cansarnos La aridez del camino, Y así me condenaste A vivir siempre triste Como si fuera huyendo De mi propio destino. Mas, la vida sonámbula En su corriente loca En remolino trágico Nos ofrecía un nido Y en tanto que mi sangre Salpicaba tu boca El carbón de tus ojos Rubricaba tu olvido. Después, cuando en tus labios Mi nombre agonizaba Se apagó en mi pupilas La luz de tu pasión; Y mientras ibas tránsfuga Por otra encrucijada Yo a solas en la senda Busqué mi corazón. Y aún cuando en mis tristezas De tus recuerdos huya Y aún cuando tu imagen Está inhumada y fría Se que vas arrastrando Un alma que no es tuya Porque también yo llevo Un alma que no es mía.