Dicen que por las noches no más le iba puro llorar. Dicen que no comía, no más se le iba puro tomar. Juran que el mismo cielo se estremecía al oir su llanto. Cómo sufrió por ella que hasta su muerte le fue llamando: Ay, ay, ay, ay, ay, gemía. Que una paloma triste muy de mañana le fue a cantar. Juran que esa paloma no es otra cosa más que su alma, Que aún espera a que regrese la desdichada. Cucurucucú, paloma. Las piedras jamás, paloma,