La Tangués Es el latir del corazón En un crepúsculo de hotel. La pava, el mate, una canción Y la valija a medio hacer. Es un ocaso tibio, Como la sonrisa de Gardel. La Tangués, Juntó sus cosas y se fue. Contar monedas para un pan O eternizarse en un café. Es el silbar bajito De los que aprendimos a perder. Es un país de sol en la pared y cielo de jazmín. El color del barrio que no está, Que fue esfumándose Y existe nada más tan sólo en la Tangués. La Tangués, Es una ausencia en re menor. Es la vigilia de la fe. Sentir así como que Dios O no ha venido o no te ve. Es como el desamparo De un pañuelo en el andén. La Tangués, Es aquel beso que quedó En una cita del ayer. Primera lágrima en la voz. Primer perfume de mujer. Cuando todavía Había una inocencia que perder. Es la quietud que va invadiéndote Al ver la juventud, Esa flor que en el espejo va deshojándose Y verla marchitar, sonriendo con Tangués. La Tangués, pan con manteca y miel, Café con leche en un tazón Y aquellos ojos de mamá, Poniéndonos un ángel protector, Con la raya torcida Y duro el guardapolvos de almidón. La Tangués son esas ganas de vivir En otra hora, otro lugar, Una manera más de resistir al desamor, La soledad, Es un gorrión herido soñando con volar. La Tangués esperándote está desde la niñez Y, a traición, te busca el corazón Y un día, sin saber el cómo y la razón, Te agarra la Tangués.