Dejó los platos sin lavar Se despidió con un beso, sin hablar La vio cruzar la calle, tras el vidrio Correr para alcanzar el colectivo Mientras él hacía miguitas con el pan Y alargaba los recuerdos con un vino. Cerró los ojos y la vio Sencilla y linda como la conoció Aquella tarde en el parque Retiro Riendo su inocencia y juventud Apretando entre el pocholo y el rubor Aquel "si" para la cita del domingo. La vio ponerse, para él, Esa ternura que guarda una mujer, . La sensitiva, eterna, la fragante flor Que revive los desiertos y la fe. La que asombra con su luz y sencillez Y así vivió ese milagro del amor. La vio tejer un escarpín Más grande que el que muestra el figurín. La vio reírse y destejer. La vio agobiarse con su redondez, Parir y hasta la oyó cantar, después, Al hijo que acababa de nacer. La vio las noches sin dormir, Si respiraba o no respira el chiquitín. O cuando tuvo la tos o el sarampión. La intuyó rezando alguna vez, Siempre apuntalando su niñez, Dando siempre, por él, el corazón. La vio esperar, rezongar a la llegada del baile, Su primer trasnochar y, después, tenerse que rendir Entre los brazos fuertes de aquel muchachón, Que con una burla y un beso le robaba el perdón Y luego, amorosa, arroparlo al dormir. La vio celosa combatir cuando él trajo un beso diferente a los demás Y no se quiso enterar del nombre ni del rostro de aquella mujer Que a menudo llamaba preguntando por él. Cuántas noches, cuántas, la sintió llorar. Y después la resignación. Ella le dio un nieto y la llamó mamá. La vida es casi siempre así. La vio arrinconarse sin mostrar dolor, Renunciando con tanto valor, Con tal de que él fuera feliz. El colectivo ya se va, Como todos los jueves hace años ya Desde que de ellos no supieron más. Con aquella foto linda donde están los tres Va a la plaza de Mayo con aquel cartel Que dice: "¿Dónde están mis hijos? ¿Dónde están?