Querida mía No puedo quedarme callada Que te conozco desde que era niña Cuando mi abuela cocinaba Y recordaba tus ojos verdes Aunque ya no sabía cómo se llamaba Con la mano en la Biblia digo te lo yo Tú eras más libre que todos los hombres, insufribles y arrogantes Capaces de sepultar tu alegría Diciendo que tu poesía no estaba a la altura que no lo valías Malquerida y sufridora Aprendiste que el amor era el que esperaba en casa El que no preguntaba El que ofrecía devoción a cambio de puñaladas El que moría y mataba, mataba de amor Cómo ibas a decir que tú no eras esa Que no había en el mundo moneda ni falsa ni verdadera Que pudiera pagar lo que dabas, que quitara toda tu tristeza Tú que tenías la voz de las mujeres perdidas Y a la vez la voz de tu España querida Cortando el viento a tu paso Fuiste siempre incomprendida Como si esa pena Esa pena fuese la única forma posible de amar