Erase una vez, Un país en el que sus habitantes podían ser felices, pero no lo eran. En el que la justicia, La ética y el amor podían ser cotidianas, pero no lo eran. La mentira era una opción errónea pero Sus habitantes la utilizaban constantemente. El odio, junto con la violencia, separaba los reinos del país. El responsable de todo esto se llamaba Miedo. Era un mago malvado. Vivía recluido contando monedas y esperando a que el germen del odio Contaminara toda esperanza, Que cualquier noche, pudiera salir el sol. Los niños nacían y crecían educados por el Miedo, y Poco a poco, tras pasar los años, Todo recuerdo de felicidad se esfumó. El hechizo del mago transformó a sus habitantes en dóciles borregos. Hasta que un día, tras largas décadas de alimentarse con la hierba Que les daba el potente mago, Una de esas ovejas decidió salirse del rebaño. En un descuido de este, se escapó. Comenzó a caminar guiada por su instinto. Transcurrido largo tiempo, comenzaron a rugirle las tripas. Tenía tanta hambre que se hubiera comido cualquier cosa. Apartada, entre unos matojos, encontró una pila de libros viejos. Instigada por una necesidad imperiosa, Hizo que el hambre los convirtiera a sus ojos en un sabroso manjar. Comenzó a devorarlos vorazmente hasta que acabo con todos ellos. Saciada y con la tripa llena, se tiró a un lado a descansar. Aquella noche, Tuvo uno de los sueños más bonitos de su Vida, en el que recordaba que una vez fue humana.