Quiero plasmar la idea que refleja mi locura, Pero al portarla a una realidad sensible se desconfigura. Entonces trataré de ser minucioso y exacto, Desviviéndome y describiéndoles lo dulce del pacto. Lo llamo pacto como lo podría llamar condena, O la magia de ser esclavo, y a la par amante de tus cadenas. Amante de su bandera, atlante cargando ideas, Difuminando con su magia el arte de cuando creas. Sé que suena abstracto, Pero, ¿con qué palabras explicarías tú la magia? Ella me encierra en su celda y me desea buena estancia, Me tiene encantado, aunque no nado en abundancia. Me quiere cegado y yo me apago dando gracias. Ella es elegancia. Viajaremos a Estocolmo para rebautizar el síndrome, Porque yo creo que me ama, Aunque en mi cárcel ponga cuadros en vez de ventanas, Aunque grite para despedirme y susurre cuando me llama. Aunque yo sea su esclavo, aunque ella sea mi ama. Pero, ¿quién soy yo para ella? ¿El planeta o la órbita? ¿El objetivo de su hechizo o un ingrediente de la pócima? Quizás me tenga como a un lunático, O quizás como a un dogmático Amante errático preso del peso del pánico, Obseso del peso tan mágico que guía hacia mí Pasé del triste misionero a prisionero feliz. Feliz con mi condena, la de no valorar que el mundo sea tan grande Porque aprendí a sentirme libre dentro de esta cárcel. A hacer de su hechizo de luna una de mis partes, A desatender a la razón con perdón de Descartes. Y así concluye el texto, Al contrario que el efecto tan hermoso que me abduce. ¿Y que cómo podría resumir esto? Soy esclavo de la magia que ella me produce