Quién sabe en qué andarán los demás. Hasta donde tengo entendido, La mayoría sigue intentándolo, algunos se rindieron, Pero nadie se ha vendido todavía. Nosotros tampoco nos vamos a vender, Porque no hay nadie que nos quiera comprar. ¿Por qué será que uno sigue hablando Cuando ya no tiene nada más que decir? Como dice el santo Job: Si hablo, me duele; Pero si dejo de hablar, no me deja de doler. Me acuerdo de hace ya unos años, Cuando estábamos todavía arrancando, La noche que tocamos donde los poetas. Al final se nos acercó un man y nos dijo que nos separáramos, Que no grabáramos más discos, Y que así nos íbamos a volver leyendas. ¿Será debimos haberle hecho caso? Ojalá se suba alguien a cantar música llanera. Alguien que le cante al sol, a la lluvia, Como si él mismo fuera fuego y fuera trueno. Ojalá se suba alguien, el que sea, así sea un atracador. Pero esta noche no se sube nadie, Y yo nunca había estado tan solo. No hay manera de volver. No hay quién responda las preguntas. No hay refugio. Y mientras tanto busco la luz a empujones, Como los bichos que se estrellan contra los bombillos. Y mientras tanto aprieto los ojos Y me aguanto este vértigo pensando en mi pequeña desesperación, Como si en Colombia no pasara nada... Otra vez está lloviznando y afuera en la calle Un man se pone un periódico en la cabeza pa no mojarse, Y yo lo miro, como esperando que se me pase esta angustia, Y pienso que por más que llueva, siempre escampa, Y por más que escampe, siempre vuelve a llover.