Cuando el fuego del Espíritu de Dios Comienza a descender sobre mí Y el poder maravilloso del Padre Comienza por completo a inundarme. Sólo deseo alabarle, por siempre glorificarle Es que es tan grande su gloria Que no puedo dejar de adorarle. Yo siento tu avivamiento Señor Lo veo descender en este lugar. Nuevas lenguas son repartidas, Sanidades son producidas Y su poder nos invade. Hermano, abre ahora tu corazón Y déjate estremecer por su Presencia Tus cadenas serán quebrantadas Y tu vida será transformada Recibe tu bendición Porque hoy Dios en este lugar Está derramando un Pentecostés. No dudemos ni un instante, Es su gloria que nos invade Su Espíritu ha descendido, Y su fuego está encendido. Aleluya, te glorificamos; Tu pueblo levanta sus manos Y declara lleno de fe: ¡Es un nuevo Pentecostés!