Un caliente biberón quema toda la lengua Que forra el sillón, que vuela a otro planeta Donde mujeres sin cabeza no la pueden chupar, No pueden chupar la lengua que tú sueles hablar. Dos peces en el sofá, chupando sus estrellas sin pestañear, Llenos de telarañas como aquella casa vieja donde entrabas a mear, Lléname la boca con lo que no quieras usar. ¡Eh, átame a las patas de tu caballo! ¡Eh, átame a las patas de tu caballo! ¡Eh, átame a las patas de tu caballo!