El discurso de tu artista favorito Es tan burdo y tan zafio que me repugna. Nadie que se pare dos segundos a pensar En qué sentido tiene su trabajo Estaría dispuesto a colaborar En tus causas perversas. Así que tienes que inventarte marionetas Que digan lo que tú no eres capaz Para poder seguir sentado en ese trono. Tú tienes que caer. Y los engañas prometiéndoles riquezas A cambio de su insulsa vanidad. Sin darte cuenta que es tu propia avaricia Lo que va a acabar contigo. Los que impiden que consigas Lo que necesitas tienen nombre y apellidos. Y con el tiempo llegará su juicio. Y cuando estés en el desierto desangrándote Con un tiro en el vientre Y yo pase al lado con mi cantimplora No me pidas un trago. Y cuando empiece a despuntar la media luna Tu cuerpo y tu cabeza separados por una cimitarra, Y estarás pensando todavía en mí, No me habrás olvidado.