Yo quiero ser llorando el hortelano De la tierra que ocupas y estercolas, Compañerico del alma, tan temprano. Y tanto dolor se agrupa en mi costado, Que por doler me duele hasta el aliento. Y un manotazo duro, y un golpe helado, Un hachazo invisible y homicida, Y un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, Y ando sobre rastrojos de difuntos, Y sin calor de nadie y sin consuelo Voy de mi corazón a mis asuntos. No perdono a la muerte enamorada, No perdono a la vida desatenta, No perdono a la tierra ni a la nada. Y en mis manos levanto una tormenta De piedras, rayos y hachas y estridentes Volverás a mi huerta y a mi higuera: Por los altos andamios de las flores Pajareará tu alma colmenera De angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas De los enamorados labradores. Y a las almas del almendro de nata te requiero Que tenemos que hablar de muchas cosas, Compañero del alma, compañero, Ay compañero