Los necios tartamudean Se enredan en sus propias lenguas infelices Esconden su pequeñez tras palabras oscuras Serpientes salen de la boca de los cobardes Que adoran a sus dioses boca abajo Porque su propio templo está proscrito Destilan la hiel de la maldad Y se hacen líderes del cautiverio Para erguirse con sus falsos oropeles Sobre las tumbas de los inocentes Ante los balbuceos torpes de los necios Que se desbocan como átomos perdidos Se levanta la poesía Lámpara dorada que rutila A través de la penumbra de las cárceles Arrabales, cementerios Barrios almas cuerpos Ruidos del silencio Mares del naugragio Ríos del misterio Ante ellos la poesía Desnuda camina vestida de entrega Árbol andante cuyas raíces Desgarran las voces estridentes de los débiles Viva la poesía se transmuta en mundo