Sólo he visto mujeres en mi casa Desde el día en que el abuelito nos dejó. Me crié con mi madre y con mi abuela Y una serie incalculable de empleadas del hogar Que pacientes agotaron su camino En su tarea de dar forma a mi personalidad. Con ese estilo tan sutil de imponerse Consiguieron que fijara mi atención. Me coloqué en primera fila sin ser visto, Como gatito silencioso que se ausenta en un sofá Y en aquel ambiente lunar y receptivo, Oyendo hablar a las leonas, Aprendí a conspirar. En éste, Que es mi mundo conocido, Reina el sexo femenino De una forma natural; En el otro Que es mi mundo fugitivo, Soy un súbdito escogido De las reinas del lugar. Con la casa inundada de señoras Siempre estuve en clara inferioridad Al sugerir alguna idea negociable Entre tanta voz aguda Y tanta unanimidad Que me tuve que infiltrar entre sus filas Para ahorrarme los fracasos De un arrojado antecesor. Estrené con otra hembra un nuevo estado —No era cosa de romper la tradición— Y como nacen, crecen y se reproducen, Hoy tengo un nuevo par de voces En el coro familiar En armonía siempre cíclica y cambiante Donde hay que ser un buen cantante Para no desafinar. En éste, Que es mi mundo conocido, Reina el sexo femenino De una forma natural; En el otro Que es mi mundo fugitivo, Soy un súbdito escogido De las reinas del lugar. En éste, Que es mi mundo conocido, Reina el sexo femenino De una forma natural; En el otro Que es mi mundo fugitivo, Soy un súbdito escogido De las reinas del lugar.