La reina de la noche Hace su show en el balcón De lobos feroces. Sobreactuándolo Por un papel en un hotel Que ya conoce. La canción de siempre, Si no es amor, algo mejor Es suficiente. Duele regresar Ya con el sol en el vagón, Al monoambiente. La tristeza se derrama, Como el rímel en la cara. Y el vestido brilla en el andén. Cenicienta acorralada Por los años sin mañana Y la espada cruel del alquiler. La reina de la noche Ya remató su corazón Por altavoces, Al mejor postor Pero se fue, alguna vez, Al dar las doce. Se despierta confundida, Con las sábanas corridas, Enredada en sueños del alcohol Falta tanto todavía Para que se acabe el día Y vuelva a llamar al ascensor. Nadie conoce detrás de sus besos, ni de sus caricias: Su cuadro de la Monroe, ni sus rezos a Santa Cecilia. Nadie la ve bailar en la oscuridad, hasta dejar de llorar Frente al espejo cruel desnuda de verdad. Nadie conoce detrás de sus ojos, ni de su sonrisa: La orden de desalojo arrugada sobre la repisa. Nadie la ve jurar en la soledad, que no se resignará Frente al espejo cruel que no la deja en paz.