Cada vez me acerco más a la tormenta. Y voy a estar indeciso entre tantas puertas. Ya no hay lugar para lamentos de mi cruel pasado. Voy a quemarme en el fuego de los atormentados. Hace calor en mi paciencia. Reconcibiendo mi violencia. ¡Llamas a mi! Y me quemo en la ciudad con lo poco que tengo. Con mi odio y mi inocencia. ¡Llamas a mi! Y están todos en sus casas, en sus agujeros. Van lavándose sus vendas. Cada vez más lejos de tu cuento, Cenicienta. Y cada vez más desahuciado. Y esta vez tus sueños se volvieron calabazas. Y sin monedas no vas a poder volver a casa.