Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, Testigo de nuestro amor bajo la noche callada. Y nos quisimos tu y yo con un amor sin pecado, Pero el destino ha querido que vivamos separados. Están clavadas dos cruces y en el monte del olvido, Por dos amores que han muerto sin haberse comprendido. Están clavadas dos cruces y en el monte del olvido Por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío. ¡Ay barrio de Santa Cruz! ¡Ay casa de doña Elvira! Os vuelvo a yo a recordar y me parece mentira. Ya todo aquello pasó, Todo quedó en el olvido, Nuestras promesas de amores en el aire se han perdido. Están clavadas dos cruces Y en el monte del olvido Por dos amores que han muerto Sin haberse comprendido. Están clavadas dos cruces Y en el monte del olvido Por dos amores que han muerto Que son el tuyo y el mío.