Cincuenta son, pero no duelen tanto. Duele la voz que se quedó en el llanto Y se quebró. Duele sufrir los sueños que quedaron sin abrir Esperando vivir. Cincuenta son las vidas que he vivido de cara al Sol, Buscando un buen sentido, una razón. Cincuenta son las muertes que me habrán de arremeter Si me quieren someter. Cincuenta para bien, Cincuenta para mal, Cincuenta para ti, Y para todo. Cincuenta son mis nombres, mis destinos, Mis nombramientos, mis dudas, mis caminos, Todo lo que he aprendido y cuánto falta Para hacer de mi vida y canto una esperanza. Cincuenta son mis años al sendero Morral al hombro, y a fe mi desespero. Cinco veces por diez mis mandamientos: Hacer el bien y amar, tranquilo, sin aspavientos. Cincuenta son. Son tantos, y son nada Para creerme asomado a una alborada, Esa que vendrá un día en la memoria De este estiércol de tiempo hermoso de gloria Y odio, con primavera, A violar las fronteras