Hace dos parpadeos que olvidaste quién eras, Como si fuera la mirada del otro, Siempre del otro, la que te lo dijera. Ya no recuerdas qué es el silencio sin el rumor del miedo. Escondes el descuido de tu cuerpo, el talle del deseo. Inviertes la balanza e intentas olvidar la piel, El roce, el fuego. ¿Qué es la boca si no un sinónimo de hambre? Pero intentas ignorarlo, Como quien trata de separar la herida de la sangre. Somos dos cuerpos inciertos, queriendo encontrar un único destino, Unos brazos que sepan que venimos acarreando los lastres del tiempo. Barro sin flores. Dos pulmones en llanto que quitan el aire, Y un corazón traicionado que no quiere volver a amar, Que no se atreve a volver a amar. Golpes. Caer, olvidar, la cura, reinicio. Esa es la trama inexacta, el bucle del vicio. La trampa que atrapa en el único resquicio Que queda de ti y del otro. Un resquemor que se atraganta, La esperanza de que vuelva a empezar lo que ya es papel quemado. Ceniza ¿Cómo decir adiós? De eso quisimos escribir un día. ¿Cómo decir adiós cuando aún te pesan las alas en el nido? Cuando necesitas el peso de su sombra en el otro lado de la cama, Cuando has compartido guerras, tantas guerras, Pero ya no compartes el cómo curarlas. Cuando se separan los caminos, y también lo hace la vida. Volver a empezar, volver a empezar con un nuevo dolor, Menos tiempo y más heridas.