La conocí en una librería de la calle corrientes...
Donde están casi todas las librerías de buenos aires...
A finales del 75 y a comienzos de los que serían los años más torturados del argentina...
El rio de la plata se preparaba para recibir un nuevo contingente de inmigrantes...
Que llegarían, después se supo asesinados sin nombres sin apellidos sin equipaje y desde el aire...
Los ecos, de las últimas canciones de protesta...
Eran estrangulados en cada programa de radio y televisión...
Por los comunicadores de nuestra soberanía nacional...
Las palabras estaban desapareciendo una a una de los reprimidos vocabularios...
La luz era secuestrada a plena luz del día y la vida;
Como en una película de suspenso era perseguida y ultimada por los menos sospechosos...
Los oídos se habían vuelto sordos...
Los ojos ciegos...
Los cantores mudos y los corazones negros...
La libertad se exilió, la dictadura se quedó...
Yo estaba revolviendo como de costumbre, libros en oferta de esos que pasan de moda o dejan de leerse y se liquidan como liquida un verdugo a su víctima...
Ella ojeaba tal vez el único ejemplar del diario del chef...
Que aun circulaba libremente por las librerías...
Bella, peligrosamente bella...
Con un cuerpo subversivo escondido tras un vestido largo y ancho de bambula, me miraba de reojo y ojeaba el libro...
En realidad miraba a todos de reojo...
Como si se sintiera vigilada...
Si tomase un café conmigo me afiliare a tu partido y te ayudare a cambiar el mundo, le susurre al oído...
Mordió el anzuelo, y fuimos a un bar cerca de ahí, un bar de moda lleno de gente con cara de clase media psicoanalizada que seguía hablando de burguesía y proletariado...
Yo me había detenido en esa boca roja y revolucionaria, pensando en la fiesta de besos que iba a tener más tarde...
Tan solo un beso de despedida me dio cuando a la noche la deje en la puerta de la facultad y un número de teléfono...
Llámame el fin de semana...
Mañana y pasado tengo examen me dijo, con esa voz que me rompió el alma en 2 y el corazón en 4...
La llame ese fin de semana y todos los fines de semana de ese año...
Nunca nadie me contesto...
Nunca más la vi en ningún bar, en ninguna librería de la calle corrientes en ninguna facultad...
Un día de muchos años después apareció su foto entre tantas fotos de tantos y tantos desaparecidos...
Que injusticia...
Era tan joven y bella...
Verónica se llamaba...
Estudiaba arquitectura y tarareaba una canción de los inti-illimanis un grupo chileno muy famoso en ese tiempo...
En una parte del estribillo si no me falla la memoria la canción decía...
EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO
Donde están casi todas las librerías de buenos aires...
A finales del 75 y a comienzos de los que serían los años más torturados del argentina...
El rio de la plata se preparaba para recibir un nuevo contingente de inmigrantes...
Que llegarían, después se supo asesinados sin nombres sin apellidos sin equipaje y desde el aire...
Los ecos, de las últimas canciones de protesta...
Eran estrangulados en cada programa de radio y televisión...
Por los comunicadores de nuestra soberanía nacional...
Las palabras estaban desapareciendo una a una de los reprimidos vocabularios...
La luz era secuestrada a plena luz del día y la vida;
Como en una película de suspenso era perseguida y ultimada por los menos sospechosos...
Los oídos se habían vuelto sordos...
Los ojos ciegos...
Los cantores mudos y los corazones negros...
La libertad se exilió, la dictadura se quedó...
Yo estaba revolviendo como de costumbre, libros en oferta de esos que pasan de moda o dejan de leerse y se liquidan como liquida un verdugo a su víctima...
Ella ojeaba tal vez el único ejemplar del diario del chef...
Que aun circulaba libremente por las librerías...
Bella, peligrosamente bella...
Con un cuerpo subversivo escondido tras un vestido largo y ancho de bambula, me miraba de reojo y ojeaba el libro...
En realidad miraba a todos de reojo...
Como si se sintiera vigilada...
Si tomase un café conmigo me afiliare a tu partido y te ayudare a cambiar el mundo, le susurre al oído...
Mordió el anzuelo, y fuimos a un bar cerca de ahí, un bar de moda lleno de gente con cara de clase media psicoanalizada que seguía hablando de burguesía y proletariado...
Yo me había detenido en esa boca roja y revolucionaria, pensando en la fiesta de besos que iba a tener más tarde...
Tan solo un beso de despedida me dio cuando a la noche la deje en la puerta de la facultad y un número de teléfono...
Llámame el fin de semana...
Mañana y pasado tengo examen me dijo, con esa voz que me rompió el alma en 2 y el corazón en 4...
La llame ese fin de semana y todos los fines de semana de ese año...
Nunca nadie me contesto...
Nunca más la vi en ningún bar, en ninguna librería de la calle corrientes en ninguna facultad...
Un día de muchos años después apareció su foto entre tantas fotos de tantos y tantos desaparecidos...
Que injusticia...
Era tan joven y bella...
Verónica se llamaba...
Estudiaba arquitectura y tarareaba una canción de los inti-illimanis un grupo chileno muy famoso en ese tiempo...
En una parte del estribillo si no me falla la memoria la canción decía...
EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO
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