Con su pechera rosada Y su levita marrón Con ese cuerpo robusto Y ese aire de gran señor Nadie lo imaginaría Tan delicado cantor Muere el sol y junto al río Da sus silbos el zorzal La tarde que se marchaba Se volvió para escuchar El agua que iba corriendo Se detuvo hecha un cristal El aire quedó en suspenso La brisa sin respirar Abrió una boca tamaña La luna sobre el sauzal Y con lágrimas de estrellas El cielo rompió a llorar Anochece junto al río Sigue cantando el zorzal