Se llama María, es abuela con nueve nietos Sin diploma, sin un centavo, se ganó el corazón de un pueblo Sin conocer a sus padres, sin abrazar a sus hermanos Cuando era niña la abandonaron y cayó en malas manos Sobre una cama de acero soñaba con los versos Que leía cada noche en las historias del testamento Como una yegua sin riendas, la quisieron amansar Sin pensar que este espíritu tenía que volar Yo soy alma de la calle Soy solo lo que soy Mi refugio son mis versos El ritmo de la calle El latido de mi corazón Soy alma de la calle Esta es mi vida, esta soy yo Soy alma de la calle Soy la voz que se escapó Soy la niña que creció en el alma de la calle La vida le dió golpes y ella vida a sus hijas Con su amor les enseñó a ser fuertes y unidas Por las mañanas trabajaba frente a un centro de cultura Y por las noches se escapaba y hablaba con su musa Sin más que fe en su bolsillo, flotaba en la emoción Sin saber que su poesía le iba dar tal ovación Yo soy alma de la calle Soy solo lo que soy Mi refugio son mis versos El ritmo de la calle El latido de mi corazón Soy alma de la calle Esta es mi vida esta soy yo Soy alma de la calle Soy la voz que se escapó Soy la niña que creció en el alma de la calle Humilde y sencilla nos narra sus pensamientos Con sus dedos manchados y el cansancio en sus huesos Nuestra María vive en miseria, nuestra María es poeta Nuestra María lustrabotas sentada en su caja de madera Como un espejo sus palabras nos hacen apreciar Que hay belleza en todo y todos somos igual Yo soy alma de la calle Soy solo lo que soy Mi refugio son mis versos El ritmo de la calle El latido de mi corazón Soy alma de la calle Esta es mi vida esta soy yo Soy alma de la calle Soy la voz que se escapó Soy la niña que creció en el alma de la calle Soy alma de la calle Alma de la calle Mientras hay risas en unos Desprecio en los demás Y lo nuestro a otros muchachos Que de él va colgando de un lado su niña Mientras que con la otra va armada de una caja de embolado El alma de esta otra, muchachos Que la cárcel ya está llena de pecas Y amargo sufrir de ambular