Salgo del garito con unas copas de más. Dejo al promotor de turno amorrado al Pacharán. Llevo ya unas cuantas horas encerrado en el local. Llevo ya unas cuantas horas en la capital. Sigo a la muchedumbre que transita Fuencarral. Sigo las instrucciones de mi amigo el charlatán. Me ha recomendado un sitio para pernoctar. Dijo que era un gran sitio para un catalán. Pasa la medianoche cuando llego a la pensión. Subo mil escalones hasta el piso treinta y dos. Entro tambaleándome en la recepción. Entro pensando en la madre del promotor. Un calamar gigante dice pase por favor. Viste levita negra y zapatos de ocasión. Le estábamos esperando señor cantautor. Están todos preparados en nuestro salón. Julieta y Flor son dos hermanas en un solo pantalón. Dos siamesas repartiendo cartas, un espectáculo. Juanito el cabezudo vacila, atento al soplón. Tiene un colibrí merodeando, ojo avizor. Y el perro flauta luce una barba de más de un quilómetro. Su espesa barba esconde una dama, la reina de corazón. Y el legionario suda tinta y no le falta razón. Se ha jugado la cabra en la última mano, y va de farol. Ya van tres años de mi llegada a este lugar. Ya van tres años con esta timba monumental. Ya van tres años amenizando a estos locos de atar. Al fin he dado con un público incondicional