No temas Poeta, No fue en vano tu sacrificada existencia, Todavía permanecen legibles las seculares tintas de tu gigantesco esfuerzo; Tu esencia fecundó las conciencias del ser, Y de las ruinas de tu vestigio se erigen hombres cada vez más profundos y perfectos, Ciclo tras ciclo. Nada fue en vano. Yo tampoco temo ya al porvenir, Cuando la luz exhale su último hálito, Y un puño de roca y lava impacte contra la esfera Reduciendo toda vida a fino polvo de piedra y gas, Añicos de átomo, imperceptibles partículas migrarán Durante milenios a través del infinito desierto de silencio y sombra Como despavoridos pájaros huyendo del frío eterno. Pero nada será en vano: Pues cuando por fin, a millones de kilómetros luz de su origen, La ruina de nuestro acervo se aparee en colisión con otro escombro estelar A orillas de alguna galaxia ignota, Circulará en derredor de su calor hasta esculpirse en materia de vida nueva. Y ese nuevo pálpito, Poeta, seguirá siendo entonces Vector de nuestra delicada Esencia.