Ya no hay cascos de caballos rebotando por la sierra, Ni gritos de bandoleros. No veo navajas abiertas, matando por odio o celos Al calor de la pelea. Veo pueblecillos blancos sin luz, sin agua siquiera. Veo gente que trabaja. Oigo el cantar ¡ay! de sus venas Y huele a sudor el aire, cuando acaba la faena. Romperme ya ese retrato Que ese no es el de mi tierra, Que me habéis pintao una cosa Y otra, muy distinta, era. No veo mineros contentos, ni a madres que los animen A bajar al agujero. No oigo cantes en las minas que tengan música alegre, Ni alegres son sus letrillas. Veo a los hombres picando, dejando en ello la vida. Y, en el aire de la tarde, llegan de las galerías Aires tristes de cantares, que son gritos de agonía. Romperme ya ese retrato Que ese no es el de mi tierra, Que me habéis pintao una cosa Y otra, muy distinta, era. No veo ese sol moreno que dora carne y arena. No está tranquila la mar. No oigo cantes de sirenas que arrullen al pescaor Cuando sale a la faena. Veo a los pescaores, de pie y vida reseca, Porque su mar no es tranquila Y su sol, no dora, quema Y oigo el rugir de las olas, Cobrando víctimas nuevas. Romperme ya ese retrato Que ese no es el de mi tierra, Que me habéis pintao una cosa Y otra, muy distinta, era. (bis)