LA PÁGINA ROTA El sol arrebolado se hunde en el poniente Y acecha sigiloso el triste amanecer Sus cárdenos reflejos desmayan lentamente En ritmo con mi inmenso profundo padecer. Conmigo ya en la noche y envuelve en su velo ancho Como a un fantasma loco mi pobre corazón Las noctívagas aves del mal y del desvelo Sobre mi alma cruzan en larga procesión. Llena un brío de ausencia mi lóbrigo aposento Y a Dios solo confieso mi tétrico sufrir Y tú, lejos amada ignoras mi tormento Ignoras el martirio de mi intenso vivir. Mi senda entenebrida está llena de espina Aguda y punzante espina de dolor Los jilgueros huyeron de esta selva vecina Ya no sueltan al viento su música de amor. Las flores que en otoño brindó la primavera Hoy perdidas y mustias están en la orfandad Y todo tiembla y gime en la angustiosa espera Aguardando que vuelvas enivoluble beldad. Así también yo vivo herido de tu ausencia Distante de tu gracia sin escuchar tu voz Las olas del destino arrastran sin clemencia Mi barca de esperanza que a ti fuera veloz. Aquel dichoso nauta hoy náufrago sin destino Zozobra en las olas del mar de la aflicción Amada tú lo sabes perdido está el marino Porque apagó el destino su faro de ilusión. Perdí ya tu cariño perdí ya tus amores Llorando desengaño cargado de dolor Ven Fernanda a mi brazo que sobre las cenizas Perennemente tuyo encontrarás mi amor. No importa que tu gracia florezca en manos ajenas No importa que se burlen de mi fe y mi ilusión Y aunque mi senda encuentra de lado y sendas llenas Rencor no guardará mi pobre corazón. Tal vez el egoísmo falaz y traicionero Que lo destruyera mi nido de placer Mañana se transforme y sea en mi sendero Como una flor que arome mi triste atardecer. Adiós dulce Fernanda amada novia mía Me voy con paso incierto buscando otro vergel Adiós aquellos ojos que fueron mi alegría Adiós aquellos besos que fueron todo miel.