Acaso no te da remordimiento, Es que no ves mi dolorosa angustia, Tiene tu entraña un corazón tan negro, Que hace sufrir y eso es lo que te gusta, Yo te saque del insondable abismo, Donde tus gritos de clamor morían, Y al verte a salvo de tu cruel suplicio, Quisiste en pago destruir mi vida, Si no pudiste aquella ves matarme, Con el letal veneno que escondías, La misma pócima de tu brebaje, De amor sedienta beberás un día. Oveja mansa yo era en tu rebaño, A tus placeres jamás protestaba, Calladamente chupaba el bagazo, De impuras mieles que otros saboreaban, Cuando retornes al pasado triste, Ya sin en cantos que ofrecerle al mundo, Pasaras lento por donde estuviste, Y entre recuerdos seguirás tu rumbo.