Abrió sus ojos claros para ver Debajo de aquel sol que lo amparaba El polvo del camino y una voz Llegaba hasta el cristal de su ventana Temprano se vistió y se preparo Llevando la conciencia hasta su casa Y en medio del calor y la explosión Marcó su pecho como acostumbraba Su corazón a veces tibio Sintió el dolor tomo un respiro Y se acerco sin miedo pues Llevaba un arma en la palabra Y aunque lo hubieran perseguido Atado, desaparecido No hubiese abandonado nunca Aquella voz y aquel camino Bienaventurados los que tienen hambre y sed De aquello que nos despoja el poderoso Bienaventurados los que todavía ven Que podemos juntos ser agua del pozo Y olvidarse del egoísmo De salvarse solo a uno mismo Y de no respetar el credo De aquellos que viven lejos Y se levanta la montaña Buscando libertad del alma Y se siembra como una planta Aquel rosario de esperanza Bienaventurados los que tienen hambre y sed De aquello que nos despoja el poderoso Bienaventurados los que todavía ven Que podemos juntos ser agua del pozo