Hola a todos, me presento, Soy Cortel, para servir, El domador infame, Mi historia os cuento aquí. En una encrucijada al diablo engañe, Pero mis propias fieras Me cenaron después. Era un día cualquiera, Un tonto circo, un gran traspiés, Legañoso y en la quiebra, Toda una desfachatez. Ni las ratas se asomaban, No daba ni para comer, Sospechaba que no iba muy bien. Si para salvar mi circo He de empeñar hasta los piños, Ser un domador sin dientes Quizá no esté tan mal. Entonces el diablo se relamió, De un salto entre las llamas se le apareció. Escucha, hoy el infierno está de ocasión, Tus deseos te concederé. Buenas noches, burdo necio... Buen señor quise decir. ¿Tiene unas molestas deudas? O algo así yo le entendí. ¿Tiene un alma? Yo le ayudo, Traigo un pacto, firme aquí. ¡Tenga su éxito y sea muy feliz! Y al entrar bajo su carpa Ahora estaba abarrotada. El elenco ya en la pista, Su circo resurgió. Entonces el diablo se relamió, Cortel había picado en su gran actuación. Creyendo haber ganado al infierno volvió, Pero el domador le engañó a él y ni lo notó. La arrogancia y el diablo son tal para cual, Y mientras alardeaba y casi sin mirar, Al momento de sellar en el contrato al final Cortel firmó como Satán. Entonces el diablo se revolvió, Fue en busca de Cortel Pero ya no lo encontró. En la panza de sus bestias, Él allí se escondió, Esa noche solamente allí Sus huesos dejó. Con el rabo entre las piernas El diablo volvió Con un contrato vergonzoso Que entre el fuego quemó. El éxito y su alma el domador se llevó Riendo al más allá.