Sumergirse en el profundo mar de los bolsillos De un abrigo ya tan viejo, de un piloto, de un gabán. Siempre hurgando en la esperanza o tal vez en la certeza, De pescar tan solo, siquiera, una migaja del vil metal . El que espera malgastarse en una mala apuesta En un maldito puerto, en la estación final. Si las monedas ruedan, ruedan los billetes Y las sonrisas muestran algún diente de metal. Eso quizás sea la fortuna Algún botín de antaño, algún billete roto, Y el resto de una suma, ya cansada de esperar. Y si las miradas bailan en los ojos vidriosos y te dan la bienvenida, Llegaste al viejo bar. Y las botellas que brindan rodando por los pisos, Y a los hombres y los náufragos del altamar, Los hiere inexorable el filo de la parca y sin embargo no paran de cantar. Eso quizás sea la fortuna Algún botín de antaño, algún billete roto, Y el resto de una suma, ya cansada de esperar. Y si las miradas bailan en los ojos vidriosos y te dan la bienvenida, Llegaste al viejo bar.