Navegando en los trenes del sur, a una indita muy linda encontré que vendía ramilletes de flores recorriendo las vías del tren. Encantado de aquella morena Le compré un ramito para mi Y al poner la moneda en sus manos a la indita formal dije así, Hay indita que vendes tus flores no le vendas a nadie por dios, Que al cantar de un hornito de troya Tuve toda la más linda flor. Pero el tiempo y las olas de vuelo a esos rumbos me hicieron partir, Yo busqué en la estación a la India, Pero en cambo mi tiempo perdí. Hasta que una señora ya anciana Mis tristezas deseaba saber Me entregó un ramillete marchito y me dijo aquí está su merced. La que viene a buscar ya está muerta, y al partir este ramo dejó, se la entrega al señor pasajero que en mi vida fue mi único amor.