El chaquetón raído y unas maracas, la libertad al hombro y un gorro extraño, Allá por la salida hacia Cuernavaca La calle tiene un duende de trece años. El duende, más que un duende, es un niño errante, Un globo que ha escapado y se lleva el viento, Que vaga ya la senda del trashumante, recién amanecidos sus sentimientos Pequeño Juan, Juan Golondrina... Vecino de los gatosy las cantinas. Pequeño Juan, Juan Golondrina... Cantándose la vidapor las esquinas. Embrión de donde nace el titiritero; retal de la ternura, gorrión apenasque a lo mejor mañana será jilguero, contando con que pase de este poema. Perito en madrugadas bajo los puentes, a veces en el Metro o adonde sea. Acróbata del hambre, cuando la suerteoscila sobre el canto de una moneda. Quién sabe si algún día, por esas cosas, nos hace una pirueta y levanta vueloy se va persiguiendo una mariposa, dejándonos a todos, aquí en el suelo. Clamando como siempre, que es necesarioorganizar la vida con más detalle; alterarle las cuentas al calendario... El tiempo de los niños y el de la calle. Pequeño Juan, Juan Golondrina... Vecino de los gatosy las cantinas. Pequeño Juan, Juan Golondrina... Cantándote la vidapor las esquinas. Perdona Juanla imprudenciade advertir a la gentede tu existencia. Si no te importavamos al parqueque tengo un par de cosaspara contarte. Ven Juan... Vámonos... Vámonos pronto, ahora, enseguida, ya no te cantes, cantémonosjuntos la vida por las esquinas.