Vino desde Europa casi con lo puesto Como tantos otros soñaba en silencio Traía en sus ojos muy pocos inviernos Y bajo sus hombros dos brazos de acero. Alguien había dicho que aquí en este suelo El trigo maduro se abrazaba al cielo Y que los racimos bajo un sol de fuego Pintaban con oro los verdes viñedos. Y el amó la tierra, la amó a su manera El regó los surcos con su sangre nueva Le plantó verdades, esperanza y sueños Y le dio tres hijos y una compañera. Y el amó la tierra, la amó tan adentro Que la tierra un día lo abrazó en silencio Le cruzó las manos callosas de tiempo Y allí lo retuvo celosa del cielo. Vino desde Europa casi con lo puesto Y dejó en nosotros mil recuerdos buenos Fue un hombre de temple, amigo sincero Juguete de niños, armazón de acero. Yo y él no pudimos tal vez entendernos Porque nos amamos muy poquito tiempo Más cuentan aquellos que lo conocieron Que así era mi padre, tan simple y entero.