SUBASTA Temprano cuando abrió la casa de subastas La anciana del bastón posó en una canasta Resuelta a rematar, entre otras antiguallas La joya que una vez un novio le obsequió Esfinge fantasmal envuelta en viejas pieles Sus manos temblorosas tristes oropeles La vida al transcurrir sus dedos deformó Desnuda majestad de un árbol en invierno Muy pronto se llenó la casa de subastas Solían acudir feriantes entusiastas Con ansias de comprar y luego revender El botín singular de un tiempo que pasó Aquel viejo sillón o esa raída alfombra Acaso suavizaron entrañables sombras Si un bien tal vez guardó secretos y leyendas Los sabe murmurar a todo aquel que entienda Dos golpes de martillo cierran la subasta Pero antes del tercero ella dice "Basta Perdón, me arrepentí, cambié de parecer Aquello que viví jamás debí vender" El golpe del martillo confirmó la venta Y el ruego de la anciana no se tuvo en cuenta Así fue que perdió en un mar de baratijas La joya, prueba fiel de aquel lejano amor Postrada en un sillón en medio de la gente Llorando recordó sus locos años veinte Febril sintió en la piel las horas del ayer Los días del ayer, los años del ayer Pues magnífica al fin brotó de su memoria La imagen pasional, soberbia y sin rival De aquel rostro cordial perdido en su memoria Del hombre de su vida, del hombre de su vida Por fin se incorporó con un mirar lejano Un puño en el bastón, dinero en la otra mano Apenas un billete o a lo sumo dos Por su única ilusión, qué trueque tan atroz La anciana se alejó con paso vacilante Y nunca más dejó ver su silueta errante De aquel antiguo idilio nada le quedó La joya al fin también el tiempo devoró Barbara Adaptación: José María Perazzo