En una jaula de oro, pendiente de un balcón, se hallaba una calandria cantando su dolor. Hasta que un gorrioncillo, a su jaula llego, si usted puede sacarme, con usted yo me voy. El pobre gorrioncillo de ella se enamoro, y el pobre como pudo los alambres rompió. La malvada calandria después que la sacó, tan luego se vio libre. Voló, voló y voló. El pobre gorrioncillo todavía la siguió, a ver si le cumplía lo que le prometió. La malvada calandria esto le contesto: Yo a usted ni lo conozco ni presa he sido yo. El pobre gorrioncillo de ahí se regreso, se paro en un manzano lloro, lloro y lloro ahora en esa jaula pendiente del balcón se encuentra el gorrioncillo cantando su dolor.