Me compré un jarrón para dejar flores, cosa que se marchitan y me recuerden el paso Del tiempo Quiero apreciar en su fragilidad la muerte de algo bello Mi abuelo trabajó en una fábrica de vidrio y siempre me lo imaginé haciendo figuras Una mamá pato con sus patitos. Una vaca comiendo pasto Un buey tirando de una carreta Una casa de campo hecha de vidrio, con gente que pasa por afuera y saluda al Campesino de vidrio, que mueve sus Manitos transparentes Un abuelo de vidrio en un bar de vidrio, jugando a las cartas, perdiendo terrenos Pagando prostitutas Un abuelo de vidrio que a final de mes está aburrido porque se le acabó la plata y No puede seguir tomando, así que viola a su mujer y le pega una enfermedad Pero no le importa Porque mi abuela de vidrio no es una persona. Es un objeto Como el campo y las vacas y los cerros de vidrio Recuerdos frágiles, que dependen de ser tratados con cariño Y ahí nos damos cuenta de que somos delicados Le tenemos miedo a los golpes. Al paso del tiempo. Las flores muriendo en mi mesa de Centro Las personas que terminan por quebrarse Mi abuela, agarrando a su hija, escapando a la ciudad Vivir la pobreza. El hambre La escopeta que se compró para espantar a los ladrones que trataban de secuestrarlas Porque dos mujeres solas no Son personas. Son objetos para usar, para romper Los disparos en la noche La sangre Los perros aullando El silencio de los vecinos