Tú que has sido el consuelo de los pobres. Tú que conoces el corazón de los cubanos. Tú, que no existe milagro que no obres, Haz divino el milagro de lo humano. Tu imagen bendecida, tu ser leve, Como el Niño que abrazas con ternura, Es promesa de la vida que perdura, Más allá de la vida dura y breve. Que en la serenidad de tu mirada Se acerquen los amores más distantes, Se sane el corazón de los amantes Y el amado se encuentre con a su amada. Tú que llegaste a Cuba por los mares Bendice las aguas del regreso, Para que juntos entonemos este rezo, Por siempre unidos al pie de tus altares.