Una vez llamó a mi puerta un vagabundo. Y en su cara vi el dolor que sufre el mundo. Vi también la paz que reflejaba. A través de su mirada clara. Me extendió su mano suplicante. Impulsada quizás por el hambre. Vi toda su piel forrada al hueso. Vi un fantasma yo se los confieso. Me di media vuelta Y le cerré la puerta Y pensé Que vaya a trabajar. A trabajar... Creo que lo he visto en otro lugar. Yo le conocí y hoy no lo logro recordar. Creo que lo he visto en otro lugar. Yo le conocí y hoy no lo logro recordar. Una vez llamó un amigo muy enfermo. No tenía a nadie junto al lecho. Quize ir después de mi jornada. Y al final estaba tan cansada. Otra vez un conocido preso. Por estafa, robo o algo de eso. Vi en la prensa su fotografía. Y esa cara algo me decía. La misma expresión del que tocó mi puerta. Y también de aquel que me llamó Cuando enfermó Y una voz me dijo en el corazón. Fuí aquel vagabundo que no halló compasión. Luego estuve enfermo y nadie llegó. Te esperé en desvelo Y nunca tu voz llamó Me pusieron preso, puede pasar. Un error que nunca pudiste perdonar Soy el peregrino de Nazareth Que lo tuve todo Y todo por tí dejé. Soy el peregrino de Nazareth Que lo tuve todo Y todo por tí dejé.