Me acerqué hasta tu persona con guantes de cabritilla Te traté de maravilla con más mimo que a una flor Un altar hice en mi alma para tus ojos de cielo Corazón de terciopelo para ti tuvo mi amor Pero con tanta dulzura no se llega a ningún lado En cariño has de ser duro como piedra de afilar; y llorar pero hacia dentro Sin que sepan que has llorado, pues si no estás bien perdido y te puedes retirar ¡Qué pena, que no me has entendido lo bien que te he querido, lo mucho que te quiero! ¡Qué pena, que en esta encrucijada me vuelvas la mirada sabiendo que me muero! ¿La culpa quién la ha tenido de esta amarga situación? Tú que no me has entendido, yo quizá que no he sabido golpear tu corazón Yo debí de castigarte con orgullo y valentía y otro gallo cantaría en la noche de mi amor Pero que quieres, amigo, si el resorte me ha fallado, como estaba enamorado no lo supe aprovechar Yo sé que andamos jugando a la gallinita ciega, pues cariño como el nuestro no se puede así acabar Pero que tengan cuidado, que conmigo no se juega, pues soy hombre y por lo tanto no me dejo atropellar. ¡Qué pena