A veces los humanos somos testigos innatos,
De historias que someten nuestra mente a cada rato,
Es el caso de Mitako una chica de dieciséis,
Cuyos ojos podían ver más allá de lo que veis.
El nombre de las personas la fecha de cada muerte,
Aquí no vale lo de sobrevive el fuerte,
Una habilidad marchita desde muy pequeña,
Estos ojos shinigami a ella a ella le enseñan
El destino que esta escrito sobre todos ya no hay cese,
No podía imaginar todo lo que le acontece.
Ella acostumbrada a saber el final,
Mortal de cada uno como va a terminar,
Pensaba que era un don que nadie mas lo tenía,
Quería ser normal pero ella no podía.
Hasta que llegó el día y se cruzó con su mirada,
Nada mas que ver sus ojos su corazón ya se paraba,
Cautivada y a la vez dañada por el dolor,
Ese chico la miraba y empezó a sentir amor.
Ella así se entristeció pues su don la acompañaba,
Por ello podía saber cuando su vida terminaba,
Pero decidió ignorarlo, guiarse del corazón
Aún sabiendo que su ojos eran una maldición.
Empezaron poco a poco a salir y conocerse,
Su sonrisa era tan bella que le hacía estremecerse,
Mitako se olvidaba de lo que tenía adelante,
Pues la fecha esta cerca tan solo un instante.
Ella sabía la verdad que se estaba enamorando,
¿Cómo podía decirle que se estaba propiciando,
Una muerte dura oscura, sin retorno?
Informo que en esta historia no existen adornos.
Cada día que pasaba entre sus brazos lo sentía,
Como el último calor de su cuerpo desprendía,
Cada beso entre sonrisas, cada miranda alegando,
¡¿Porque?! ella se estaba preguntando.
Llorando porque era el amor de su vida,
El futuro que soñaban jamás se podría dar,
Luchando por alargar la llegada de ese día
Porque ella lo sabía y no lo podía controlar.
Ellos hicieron juntos y especial cada momento,
Mitako sintió que su amor iba en incremento,
Cada beso fue perfecto, cada abrazo de ellos dos,
Cada risa cada juego con final desolador.
¡Por favor! Mitako gritaba mirando al cielo,
"Su vida por la mía" no funciona así este juego,
Solo quedaba un momento y esa línea ya se mueve,
Así llego el final de ese día diecinueve.
Al se sentía mal un frío le acompañaba,
De la mano de Mitako, él se desplomaba,
No sabía que le pasaba pues ella así lloraba,
Al se iba y su mirada de su amor no la apartaba.
El corazón se le detiene y ella rompe a llorar,
Sentía que se rompía por dentro como el cristal,
Las ultimas palabras fueron de su amor sincero,
Al le susurró al oído "Te quiero".
El cuerpo de Al yace frío en esa acera,
Mitako de rodillas a su lado a la espera,
De un milagro a pesar de que acaba de morir,
Puede ver la muerte y no lo puede impedir.
Sin vivir de lagrimas y angustia,
Ya no cantan pájaros las flores están mustias,
Dejan un vacío en su interior irreemplazable
Y piensa que esta herida será por siempre incurable.
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