Déjale que siga soñando esta noche.
Que si los sueños son libres, él quiso volar.
Déjale que siga soñando otra noche y no le preguntes donde quiso llegar.
Como un jilguero en una jaula de cristal.
Como un reloj que sólo pierde el tiempo.
Su corazón se abrazó a la soledad y en el olvido se va consumiendo.
Sus ojos dicen no querer ver más y sus oídos no quieren oír nada.
Nunca Cupido le volverá a buscar.
Creyó en sus ideas, qué mala jugada.
Déjale que siga soñando esta noche.
Que si los sueños son libres, él quiso volar.
Déjale que siga soñando otra noche y no le preguntes donde quiso llegar.
Son las arrugas que cruzan su piel.
Las cicatrices del tiempo vivido y los castillos que el mar se llevó.
La recompensa por haber sufrido.
Cuántos codazos pá hacerse escuchar.
Cuántos tropiezos, cuántas traiciones.
Toda la vida volviendo a empezar siempre en el tajo de las ilusiones.
Déjale que siga soñando esta noche.
Que si los sueños son libres, él quiso volar.
Déjale que siga soñando otra noche y no le preguntes donde quiso llegar.
En el asilo, la prisa se fue.
Ya sólo espera a la amante más fría.
Tanto luchado para ahora saber que no ha cambiado tanto la vida.
Siguen los mismos que habían ayer, con otras caras, las mismas mentiras.
Suspirar hondo, llorar, ¿para qué?
Poco le importa si no ve otro día.
Déjale que siga soñando esta noche.
Que si los sueños son libres, él quiso volar.
Déjale que siga soñando otra noche y no le preguntes donde quiso llegar.
Que si los sueños son libres, él quiso volar.
Que puede ser su última noche para soñar.